Acompañante Terapéutico (Blog sobre recursos. Servicio profesional)

jueves, 29 de agosto de 2013

AT en el proceso de Duelo (2). Intervenciones del Acompañante.

Para comenzar, es necesario establecer que un acompañamiento en proceso de duelo no se trata de "curar" o "quitar" el dolor, sino más bien de acompañar y hacer llevadero y soportable tanto sufrimiento que el sujeto está sintiendo bajo esa circunstancia. Se trata de un proceso de ayudar al otro a "volver a la vida" ya que es un momento muy duro para la persona que está atravesando el duelo.
No existe un solo modelo de edad, tipo de muerte, circunstancias familiares u otro indicador en el que basarse para planear la estrategia del acompañamiento, siempre, se diseñará de acuerdo a las circunstancias particulares de cada caso y cada individuo.
Será fundamental brindar contención al paciente, desde lo emocional, a fin de que pueda organizar sus emociones y acotar sus momentos de crisis, asimismo el AT deberá prestar el Yo, sirviendo como auxiliar, asumiendo aquellas funciones que el yo del paciente no puede afrontar, como organizar actividades de su vida cotidiana, acompañamiento en trámites, ir al médico, etc. sobre todo en los primeros momentos de intensa conmoción psíquica.
También es importante que el AT represente al terapeuta, ayudando a la persona en duelo a metabolizar el trabajo de análisis y sobre todo escuchar al paciente e informar inmediatamente al equipo cualquier situación de riesgo que evidencie el AT, ya que las personas en procesos de duelo complicado, son muy proclives a desarrollar ideas suicidas.

La empatía, sí será una herramienta fundamental en el AT, ya que favorecerá a que surja la transferencia en el acompañamiento y permitirá no solo que el AT esté abierto a la experiencia del otro de manera auténtica, y que el paciente se pueda abrir y sacar afuera, poner en palabras su sufrimiento; sintiéndose acompañado.
El AT, debe permitir que el paciente se exprese con naturalidad, exteriorice todos sus sentimientos, pueda explorarlos y vivirlos en profundidad, tomándose el tiempo que le sea necesario para elaborar la pérdida. Se debe charlar con el paciente, respecto que el AT no es milagroso, ni capaz de borrar el dolor, muchas veces no habrá respuestas a determinadas preguntas.
Asistir a una persona en duelo supone admitir la propia vulnerabilidad y exponerse a despertar la propia ansiedad, los duelos no resueltos y favorecer la depresión y la tristeza. Es muy importante estar en eje con uno mismo antes de empezar este tipo de acompañamientos ya que resultan muy duros de seguir adelante si no se tienen muchos aspectos de la vida propia resueltos.
Si bien el AT puede volverse un experto con el tiempo, por haber acompañado a varios pacientes en duelo, para la persona que lo experimenta quizás sea algo nuevo, por ser la primera vez que pierde a "ese ser querido único e irrepetible", por la tanto también es una experiencia única e irrepetible para él. La personalización del acompañamiento a cada persona en duelo es una necesidad evidente, puesto que esta persona en particular es diferente a las demás.

En las conversaciones con los acompañados no se trata de hacer "formulaciones razonables", "ofrecer soluciones", exponer teorías o dar consejos sobre cómo ha de contemplar las cosas. En su lugar, se trata de articular las sensaciones que en el fondo le preocupan y que él no ve expresamente o no es capaz de manifestar mediante la palabra, y ofrecerle así la oportunidad de dar expresión a sus sentimientos con el objeto de que pueda integrarlos más fácilmente.
Fundamentalmente, existen algunos elementos particularmente deseables y algunas habilidades peculiares que son condiciones para el establecimiento de cualquier relación humana y profesional con una persona que ha perdido un ser querido, y son la autenticidad (real, natural, honesta y sincera), calidez (espontánea, acogedora y preocupada) y empatía.

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